"El dulce sabor
de Cabo Verde
Festival
Internacional de Jazz de Granada. Fecha: 5 de noviembre de 2015. Lugar: Teatro
Isabel la Católica.
Aforo: Casi lleno (700 personas).
Extraordinario
concierto inaugural del programa central del Festival Internacional de Jazz de
Granada el que disfrutamos el jueves a cargo de Carmen Souza y Theo Pascal. Una
actuación llena de color y de sabrosura que inundó el Teatro Isabel la Católica
de las dulces cadencias del África occidental de las que se nutre la música de
Cabo Verde, de los tonos agridulces, mitad melancólicos, mitad celebración de
la vida que contagian optimismo y vitalidad.
La voz de
Carmen Souza es un prodigio de la naturaleza que sin alardes se amolda a lo que
pide cada tema, y que parece tener un diapasón en la garganta que le
imposibilita emitir una nota fuera de su lugar. Sin gritos ni estridencias
innecesarias, con la calma del que no tiene prisa, como la caricia del
terciopelo. Así es su voz. Pero por si no fuera bastante, el grupo al completo,
empezando por la propia Carmen, impecable con la guitarra y comedida, justo
como pedía el tono del concierto, al piano, demostró ser una maquinaria
perfectamente calibrada para su función.
Preciso con la
batería Elias Kacomanolis, brillante y acompasado Ruben Fox al saxo tenor e inconmensurable
Theo Pascal dirigiendo el conglomerado y tocando contrabajo y bajo eléctrico
con absoluto swing, africanísimo, o redondo, según el matiz que en cada momento
exigía el guion. La actuación comenzó con Song for my Father, del álbum
Protegid, de 2010, pero el protagonismo recayó en los temas de Epistola
(JazzPilon/Galileo, 2015), el hermoso álbum que firmaron Souza y Pascal hace
apenas unos meses, con todo el sabor de las costas occidentales de África y el
verde aromático de Cabo Verde. Lo interpretaron casi en su totalidad con temas
como Twenty Choices, Cape Verdian Blues, Cape Verdian Railways, Oui ou Non o
Thursday, alternando el portugués, el francés y el inglés e involucrando cada
vez que podían al personal. Durante la primera mitad de la actuación dominó el
aire africano y el tono melancólico de la música de la isla, pero con
Kutequatekessa Quamundos -menudo título-, el grupo se transformó en una máquina
de jazz de alta graduación. Sin despeinarse, volvieron a la dulzura de la rumba
congoleña con Ligria, y afrontaron la recta final con las deliciosas versiones
del Moonlight Serenade de Glenn Miller, y de Donna Lee, que parecía un clásico
brasileño. Lo mejor, no obstante estaba por llegar, primero con Afro Monk, un
homenaje al gran Thelonious Monk sencillamente magistral, y con WPFL, con el
que mostraron su querencia por el espiritualismo de Coltrane y que culminaron
fundiéndola con un My Favourite Things rematado con africanismo. Para
despedirse aún guardaban la sensacional Afrika, que mezclada con el Pata Pata
de Makeba puso a la sala en pie y la trasladó, una vez más, a las costas
occidentales del continente negro."
Granada Hoy
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